viernes, 18 de agosto de 2017

Elena Medel

Elena Medel fotografiada por Gabriela Cuzepán
¿Cuál es tu año de nacimiento y cuál es tu primer recuerdo relacionado con Gloria Fuertes?
—Nací en 1985. Paradójicamente, no tengo ningún recuerdo infantil vinculado a Gloria Fuertes: imagino que —como todos los niños de mi generación— leería sus cuentos y poemas en el colegio, pero no tengo conciencia. Revisando los libros de mi infancia, tampoco conservo ninguno escrito por ella. Me encontré con su obra ya adolescente, leyendo la edición en Cátedra de sus Obras incompletas, y en la universidad, zambulléndome a su escritura para adultos. De forma que mi memoria lectora identifica a Gloria Fuertes con Aconsejo beber hilo, y no con sus textos para niños.
De los múltiples temas que trató en su poesía, ¿cuál crees que ha influido más en tu obra: Madrid, Lavapiés; el Postismo y la modernidad; el feminismo y la mujer; el humor; la poesía social; la melancolía; el existencialismo; la soledad; la paz y la guerra; el trabajo; los niños..?
—Me interesan el tratamiento irónico de la realidad y su capacidad para desacralizar el dolor: transforma la emoción en un elemento maleable. También su construcción de la identidad femenina desde presupuestos atípicos o —al menos— poco frecuentados en su época: una intimidad quebrada por las circunstancias comunes —históricas, casi siempre— o la literaturización del lenguaje conversacional.
¿Hay algún poema de Gloria que para ti destaque por encima del resto? ¿Cuál?
—Sin dudarlo, su “Nota biográfica”. Ofrece una lectura evidente basada en la emoción, por los elementos autobiográficos —con las alusiones a la guerra, la muerte o la soledad—, pero el poema tiene una construcción complejísima: ese primer plano de carácter sentimental, la estructura basada en la repetición y el paralelismo —con su música potente—, el uso de la paradoja, la ironía constante y recurrente, la reflexión sobre la propia identidad, el finísimo contenido político... Además, posee uno de los mejores finales —rotundo, sonorísimo, crítico y metaliterario— de nuestra poesía: «y quiero comprarme a plazos una flor natural/ como las que le dan a Pemán algunas veces».
¿Cómo crees que ha sido tratada? ¿Crees que es una poeta suficientemente conocida? ¿Y reconocida?
—En toda la poesía española del siglo XX no existe una autora —en femenino— con una mayor repercusión que Gloria Fuertes; ni siquiera Carmen Conde, Ángela Figuera Aymerich o Alfonsa de la Torre, por mencionar a tres autoras con las que compartió épocas de escritura. Sin embargo, creo que su obra infantil y juvenil y sus apariciones en televisión han ensombrecido y trivializado su escritura para adultos, algo relacionado con el escaso prestigio del que —por desgracia— goza en nuestro país la escritura para primeros lectores. Por otra parte, me parece que sí se trata de una poeta conocida por los lectores —de ahí la cantidad de actividades y publicaciones con motivo del centenario de su nacimiento—, pero no reconocida por la crítica: los hispanistas estadounidenses sí han estudiado su obra con justicia, pero no forma parte del canon español.
¿Cómo valorarías, en general, la influencia de la poesía de Gloria Fuertes en tu obra?
—En mi caso, no me parece que se trate de una influencia fundamental; de su generación, por ejemplo, siento más cercana a Figuera Aymerich o De la Torre.
Si tuvieras que definir la creación poética de Gloria Fuertes con una sola palabra, ¿cuál sería?

—Ingeniería. Que no nos engañe la sencillez de su escritura: tiene un discurso complejísimo, de capas sobre capas sobre capas, ancho y profundo, en el que caben poéticas muy diferentes. El mismo texto contiene un poema emocional, otro social, otro metaliterario, y trabaja con el lenguaje, y trabaja con la realidad, y trabaja con la autobiografía...

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